El Concierto

Era una noche lluviosa. Como cada noche que quedábamos. Siempre bromeábamos sobre acabar con la sequía en el mundo de cualquier parte del planeta con sólo reunirnos.
No nos sentíamos demasiadas animadas aquella noche. Por mi parte, llevaba ya semanas perdida, deprimida sin saber muy bien porqué y al mismo tiempo consciente de todo.

Llegamos tarde y con la ropa mojada. El lugar no estaba tan concurrido como esperábamos. El concierto empezó antes de que se llenara el lugar.Diferentes grupos fueron desfilando ante nuestros ojos mientras por nuestras manos desfilaban las cervezas.
Dos o tres filas de personas les vitoreaban pero el resto de espectadores eran diversos grupitos esparcidos aquí y allá que no les prestaban mayor atención que la que prestamos al televisor cuando permanence encendido mientras estamos haciendo cualquier otra cosa.

Entonces me pregunté como me sentiría yo allá arriba. Después de todas las horas ensayando, de cada momento en el que me estaba peleando con un pentagrama, con una canción o una letra. Superando el miedo escénico subiendo a un escenario ante personas que prácticamente no me hacían ni caso. Que aquellas letras que había escrito con todo mi amor y paciencia nadie las tenía en cuenta. Y sentí una cínica tristeza al pensar en la ignorancia de las personas. También sentí pena por las personas que había allá arriba y miré sus caras. Para mi sorpresa, no había en ellas ni rastro de tristeza o decepción, sino energía, ilusión, entrega. Eran personas jóvenes cantando y saltando sobre un escenario de un pueblo ignorante de la misma forma que lo harían para el público que les aguardaba en Valencia y Barcelona. Entonces lo comprendí: comprendí el valor de poder hacer aquello que realmente te apasiona. Comprendí que en ese momento yo tan sólo estaba valorando el reconocimiento por encima de todo lo demás. Y pensé en mi misma en mi habitación, escribiendo textos que nunca verán la luz dejando que mis dedos helados se deslicen sobre un teclado, o con un bolígrafo hasta que me duelen las manos simplemente por el hecho de que me gusta y me apasiona, porque escribir me saca del mundo y al mismo tiempo me hace profundizar más en él.

Y sé que estas cosas muchas personas no las entenderán. Que sí, entienden que los Rolling Stones o Dan Brown "pierdan" horas de su vida en esto, pero que lo haga un camarero, una cajera o un barrendero, ¿qué sentido tiene? Siempre tendrás alguien que te suelte con más o menos malicia ¿Pa' que haces eso? La respuesta es simple: porque me hace feliz.

Bajo una carpa, bebiendo cervezas de bote y con mi mejor amiga a mi lado riéndonos de tonterías que sólo nosotras entendemos, comprendí lo estúpida que estaba siendo al valorar tanto el reconocimiento de los demás, los aplausos y los vítores. A que lo que yo haga o deje de hacer, dependa de la cantidad de gente que me pueda aplaudir.
Volvieron  a nacer en mí las ganas de escribir "porque sí", no para ganar ningún concurso, ni para publicarlo en ningún sitio y ni mucho menos para ganar dinero. Sólo para sentirme viva. Sólo para hacer que esas horas que paso haciendo algo que no me gusta sean más llevaderas. Sólo por sentir aquella misma alegría y bienestar que me transmitieron aquella noche músicos y cantantes.



Comentarios

  1. si algo te hace feliz, nunca dejes de hacerlo, no es necesario que alguien lo entienda ni tienes que dar explicaciones a nadie, solo hazlo :)
    abrazos para ti

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, tienes toda la razón. No es necesario el aplauso de los demás para que lo que haces te llene. Aunque siempre alegra que te dejen comentarios y te lean ;)
      Un abrazo, Marga.

      Eliminar

Publicar un comentario