Mis rimas preferidas de Bécquer (I)

  I

Yo sé un himno gigante y extraño 
que anuncia en la noche del alma una aurora, 
y estas páginas son de ese himno 
cadencias que el aire dilata en las sombras. 

Yo quisiera escribirle, del hombre 
domando el rebelde, mezquino idioma, 
con palabras que fuesen a un tiempo 
suspiros y risas, colores y notas. 

Pero en vano es luchar, que no hay cifra 
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, 
si, teniendo en mis manos las tuyas, 
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

II

Saeta que voladora 
cruza, arrojada al azar, 
y que no se sabe dónde 
temblando se clavará; 

hoja que del árbol seca 
arrebata el vendaval, 
sin que nadie acierte el surco 
donde al polvo volverá; 

gigante ola que el viento 
riza y empuja en el mar, 
y rueda y pasa, y se ignora 
qué playa buscando va; 

luz que en cercos temblorosos 
brilla, próxima a expirar, 
y que no se sabe de ellos 
cuál el último será; 

eso soy yo, que al acaso 
cruzo el mundo sin pensar 
de dónde vengo ni a dónde 
mis pasos me llevarán.

IV

No digáis que, agotado su tesoro, 
de asuntos falta, enmudeció la lira; 
podrá no haber poetas; pero siempre 
habrá poesía. 

Mientras las ondas de la luz al beso 
palpiten encendidas, 
mientras el sol las desgarradas nubes 
de fuego y oro vista, 
mientras el aire en su regazo lleve 
perfumes y armonías, 
mientras haya en el mundo primavera, 
¡habrá poesía! 

Mientras la ciencia a descubrir no alcance 
las fuentes de la vida, 
y en el mar o en el cielo haya un abismo 
que al cálculo resista, 
mientras la humanidad siempre avanzando 
no sepa a dó camina, 
mientras haya un misterio para el hombre, 
¡habrá poesía! 

Mientras se sienta que se ríe el alma, 
sin que los labios rían; 
mientras se llore, sin que el llanto acuda 
a nublar la pupila; 
mientras el corazón y la cabeza 
batallando prosigan, 
mientras haya esperanzas y recuerdos, 
¡habrá poesía! 

Mientras haya unos ojos que reflejen 
los ojos que los miran, 
mientras responda el labio suspirando 
al labio que suspira, 
mientras sentirse puedan en un beso 
dos almas confundidas, 
mientras exista una mujer hermosa, 
¡habrá poesía!

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