La vida es un hábil jugador de póker.
Te deja creer que vas ganando y justo cuando muestras tus cartas, él
te enseña las suyas con una burlona sonrisa y descubres que, desde
el principio, habías perdido.
Esta es la segunda escena del taller de escritura de Literautas, creo que la anterior me salió bastante mejor, puede que fuera por mi estado ánimo o porque la tienda de antigüedades me inspiró a hacer una historia más acorde con lo que me gusta escribir.
Como cada tarde, Laura llega a las
siete a casa, deja su coche en el garaje y recoge el correo antes de
entrar. Sin embargo, esta vez el buzón le esperaba con un tipo de
carta nada habitual: ni propaganda, ni facturas; tan sólo una carta
amarillenta descansando en su interior, con su nombre de soltera y su
antigua domicilio tachados y su dirección actual marcada con un
recuadro. En el remite tan sólo figuraba un apartado de correos.
A pesar de lo mucho que le gustaban las
sorpresas, el corazón empezó a latirle con la fuerza de un mal
presagio. Cruzó la puerta y dejó las llaves en el cuenco que tiempo
atrás dispuso para ello, al lado de un cuadro en el que aparecía
ella al lado de un hombre, sonriendo de tal forma que uno no sabían
si sonreían sólo al fotógrafo o a la vida misma.
Se sentó en el sofá y con cuidado
abrió la carta:
03/04/1983
A mi bella ragazza:
Perdóname por desaparecer así,
pero corro un grave peligro. He descubierto quien mató a tu hermana,
y esto es mucho más grande de lo que parecía. Alberto está
implicado, ten mucho cuidado.
Puedes escribirme siempre que
quieras a este apartado de correos. Espero verte pronto.
Il vostro eternamente,
C.M.
Las manos de Laura
volaron a su cara como si temiera que el corazón se le fuera a salir
por la boca. La carta aterrizó con suavidad sobre la alfombra
mientras Laura miraba hacia ningún lugar con la cara desencajada.
¡Claudio!¡Claudio
Montanieri!
Hace más de
treinta años,se enamoró de él; de como le susurraba mi bella
ragazza al oído, de ese olor a mar que siempre desprendía, de su
inagotable pasión por la vida.
Fue un romance
breve truncado por su supuesta muerte un diecisiete de marzo.
No encontraron el
cuerpo, tan sólo su cartera y una chaqueta vaquera a las orillas de
un lago. Aquello fue suficiente para que le dieran por muerto, y
también para que, aquella parte de Laura que bullía de vida y
sueños, muriera con él.
Le quiso tanto en
tan poco tiempo... Y ahora, ¡Ahora se da cuenta de que podría estar
vivo! ¡Ahora todo empezaba a tener sentido! Aquellos regalos que
recibía en fechas que sólo significaban algo para Claudio y para
ella, la sensación de que un Volvo gris la perseguía ...
Nunca se llegó a
descubrir quien acabó con la vida de su hermana, y ahora, su imagen,
tirada en la montaña, con la mirada vacía y el cuerpo cubierto de
barro y sangre se aparecía ante sus ojos con fiereza. Los ojos le
quemaban.
Sentía como si su
cuerpo estuviera vacío por dentro, como si sólo tuviera un corazón
que, en ese momento, latía con tal fuerza que lo escuchaba en sus
oídos.
¿Y Alberto? ¿Qué
tuvo que ver él en todo aquello?
El ruido de la
llave girando en la cerradura la sobresaltó:
-Alberto, ¿eres
tú?
-Sí, mi bella
esposa, ¿Acaso esperabas a alguien más?- dijo entre risas-.
Esta es la segunda escena del taller de escritura de Literautas, creo que la anterior me salió bastante mejor, puede que fuera por mi estado ánimo o porque la tienda de antigüedades me inspiró a hacer una historia más acorde con lo que me gusta escribir.
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