"Y finalmente descubrió que aquella katana milenaria no era más que un
cuchillo de atrezzo. Cuando la hoja se dirigió a su estómago no sintió
ninguna puñalada letal. Vió como se retraía la hoja dentro de sí misma y
miró asombrada como la empuñadura acariciaba su costado. Rió fuerte.
Quizás porque sintió cosquillas. O quizás porque descubrió que las
peores cosas que le habían pasado sólo sucedieron en su cabeza".
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